El calendario gregoriano marcaba el año 1940,
Yo era una chiquilla flaca de rodillas moradas como todas mis amigas de esa edad.
Ese día mamá Tita me envio a la tiendita cercana a casa en el barrio “La otra banda”, la lista de compras que me dio decía : tres huevos, una libra de sal y una bolsa de dos libras de azúcar.
De repente, veo venir a Don Pablito, bien catrín.
Pantalones holgados bien planchados,con un quiebre de una raya fina, saco lustroso, tirantes y zapatos de charol.
Saluda cortésmente,
Va a la iglesia como buen varón,
Se quita su sombrero,
Tal como su abuelo le enseño.
Tan bueno Don Pablito
Eso se escucha mencionar,
suerte de Carmencita,
Que marido ejemplar
Hace años regresó de los Yunai,
Caminaba diferente,
Y escuchaba Cha cha cha.
Pero cada luna llena,
Carmencita se va a acostar,
Reza tres padre nuestros,
Sabiendo que Pablito no estará.
En el barrio la gente teme,
Encierra a sus hijas,
El mico León las quiere espiar.
Pelaje de plata le caracteriza,
Felino su caminar,
Hay que cerrar bien las ventanas,
Para qué no vaya a entrar.
Tan bueno Don Pablito
Eso se escucha mencionar,
suerte de Carmencita,
Que marido ejemplar
Una mini história relacionada con las transformaciones de hombres a animales relatadas en la tradición oral de la zona occidental de El Salvador, Centroamérica y que en la actualidad la autora pone en evidencia a través de los silencios familiares: “está bien si se es acosador si eres un micoleón”